En mayo de 2017 Nelson Alderete (25) asesinó a Francisco Chávez (15) y a Brian Falcato (17), y luego fue linchado en venganza por una turba iracunda. Por ese crimen fueron condenados a perpetua Mariano Lezcano, Alexis Juárez, Ángel Chavez y María Belén Palavecino.
Pasaron cinco años del fatídico mayo de 2017 en el que las calles del barrio El Martillo fueron el escenario de un feroz enfrentamiento. El adolescente Francisco Chávez (15) había sido asesinado por Nelson Alderete (25) y en las calles se sabía que no iba a ser la primera ni la última muerte. El barrio prácticamente se cerró con barricadas para que la policía no ingresara, hombres y mujeres se armaron y salieron en búsqueda de venganza. Cuando por fin encontraron a Alderete lo balearon, quien se defendió a los tiros y mató a Brian Falcato (17). Luego lo incendiaron aún vivo y dejaron que los perros masticaran sus restos carbonizados, una escena que fue filmada por la hora que celebraba la matanza.
Por estos hechos, en 2019, fueron condenados en el Tribunal Oral N° 3 a prisión perpetua Mariano Lezcano, Alexis Juárez, Ángel Chávez y María Belén Palavecino. El padre de Brian, Javier Falcato, fue el único absuelto.
En la sentencia, los jueces reconstruyeron una trama de sangre, venganza y muerte. Recordaron que los condenados y Alderete se conocían desde la villa de Paso, hasta que fueron trasladados a los barrios El Martillo y Las Heras.
Los vínculos vecinales comenzaron a romperse en 2010, con la muerte de Martín Sotelo, hermano de Belén Palavecino. Por este homicidio, la mujer culpó a Martín Moyano, quien había salido a “laburar” con Sotelo y ese “laburo” había sido intentar robarle a un “transa” del barrio. El crimen quedó sin resolver, pero lo cierto es que Sotelo falleció y Moyano escapó del lugar, algo imperdonable para Palavecino.
El 30 de abril de 2017 Martín Moyano fue asesinado cuando al salir de la cárcel de Batán. Esta muerte es la antesala a los asesinatos ocurridos el 7 de mayo de 2017.
La muerte de Moyano fue el punto de quiebre definitivo en la compleja “armonía” del barrio El Martillo, una zona de la periferia de la ciudad de la que el Estado parece estar al margen. Así se terminaron de definir dos bandos claros: por un lado Belén Palavecino, Mariano “Chaqui” Lezcano y las familias Chávez y Juárez y, por el otro, la familia Moyano y Nelson Alderete, ya que Martín Moyano era su amigo y vivía con uno de sus hermanos.
El 7 de mayo, Nelson Aderete, presumiblemente para vengarse de Lezcano por la muerte de Moyano, disparó al auto que el joven manejaba y asesinó “por error” a Francisco Chávez. El asesinato de este adolescente fue lo que necesitaba Palavecino para concretar su venganza, para linchar a Alderete.
Los cuatro condenados a perpetua.
Cerca de las 20, varias personas llegaron a la casa de Alderete, en Sicilia al 7100 y pretendieron asesinarlo. El hombre alcanzó a escapar y la turba incendió el inmueble y su Renault 12.
La policía, que ya había estado en el barrio al iniciarse los incidentes, no pudo calmar los ánimos. Un patrullero fue baleado, por lo que se retiraron y ya no pudieron regresar: se habían formados barricadas con vehículos incendiados que impedían el ingreso a “extranjeros” del barrio, sobre todo policías.
Alderete se refugió en la casa de un familiar de Moyano ubicada a menos de 50 metros y cuando fue descubierto quisieron ir por él. Pero Alderete tomó armas que había en la casa y disparó: un proyectil hirió de muerte a Brian Falcato (17) y de gravedad a Lautaro Olivera (18). Este último siempre dijo que solo iba de camino a lo de un hermano y que fue herido por “curioso”.
Cerca de las 23.10, varias arrinconaron a Alderete. Incendiaron el sector de la casa donde estaba escondido y lo balearon. Luego sacaron el cuerpo y lo prendieron fuego en la calle hasta calcinarlo. Fue tal la brutalidad que prácticamente lo decapitaron a escopetazos y, luego, los perros comieron su cuerpo quemado.
María Belén Palavecino, dialoga con su abogado durante un pasaje de la audiencia.
La líder de la horda
Para los jueces del Tribunal N° 3, en el juicio quedó demostrado que Belén Palavecino fue la líder del grupo que asesinó a Alderete. Según consta en la sentencia, la mujer tenía una posición de privilegio en el barrio, por ser quien vendía droga en el lugar y por tener mayores recursos económicos.
“Para ella se trató de matar al rival y mostrar su poder”, expresaron en la sentencia. Además, destacaron que fue la primera que celebró el asesinato de Alderete. “Tiráselo a los perros para que lo coman”, habría dicho ante el cadáver calcinado de la víctima.
Para los jueces, Palavecino “coordinó y organizó los movimientos del grupo y se mostró a la policía en actitud de directora. Tenía motivos para matar a Alderete e imponía su voluntad”.
Periferia y violencia
En el fallo, el juez Fabián Riquert remarcó que en el que caso analizado se puede advertir que “en una misma ciudad aparecen dos categorías de ciudadanos: los de las áreas céntricas/residenciales y ‘el resto’ de los barrios más periféricos, donde el contrato social entre gobernantes y gobernados se ha resentido, al punto de no intervenir con la intensidad necesaria, incluso en instancias previas a los hechos de violencia”.
En ese sentido, el juez Riquert propuso que, ante la ausencia de “dispositivos estatales” para situaciones “de profunda gravedad como la evidenciada” se evalúe “la elaboración -en forma participativa y dialógica- de protocolos de actuación entre el Ministerio Público Fiscal, las fuerzas de seguridad provinciales y nacionales, la Municipalidad de General Pueyrredon y otros actores sociales que coadyuven (universidades, ONG´s, entre otros), siguiendo como pauta los compromisos convencionales asumidos por nuestro país”.
“Ha quedado demostrado en este juicio que estas situaciones se resuelven con el funcionamiento de las instituciones y no con su ausencia, si es que en serio consideramos que estamos ante un estado democrático y social de derecho”, concluyó.
Pasaron cinco años y el Estado no está más presente que antes en El Martillo, pero tampoco están presentes Mariano Lezcano, Alexis Juárez, Ángel Chavez y María Belén Palavecino, que cumplen en prisión sus condenas a prisión perpetua